viernes, 19 de julio de 2013

Gino (Luis) Fogliazza


El Mecánico Argentino TV - FOGLIAZZA - El pique from Ana Miravalles on Vimeo.

Entrevisté a Gino Fogliazza, en el año 2005,y en esa época hacía solamente registro de audio, no sacaba fotos ni filmaba. Por ese motivo, las imágenes del video son ilustrativas (incluso, si nos ponemos rigurosos, podría decirse que las fotos utilizadas corresponden a una época anterior a la que describe Fogliazza, aunque básicamente los métodos de trabajo y los lugares de alojamiento de los inmigrantes no cambiaron sustancialmente.)

Encontré un retrato de Gino  en el fichero de personal de Talleres Noroeste, que se encuentra en el archivo de Ferrowhite. Es este:



Lo conocí en el museo un día que vino con un grupo de alumnos del Colegio La Piedad, donde había sido profesor, y seguía colaborando como maestro después de su jubilación. Tenía 80 años en ese momento. Su figura era realmente imponente, por su altura su prestancia y también por el tono de voz. Cuando me dijo que era italiano no lo pude creer: absolutamente nada en su modo de articular me lo hizo siquiera sospechar. (y eso que tengo bastante oido y entrenamiento en eso). La entrevista fue en su casa, y estaba presente su esposa.
Gino falleció en 20

- Usted me contó que nació en Italia, en Piacenza, en 1924,  y que vino con el barco con el Principessa Mafalda, el último viaje entero que hizo
Sí, los dos años los cumplí acá en la Argentina
mi papá había venido antes, entonces después vinimos nosotros, con mi mamá y una hermana, en el 27.

Estábamos en la mansión grande de las "14 provincias" (1), que no es esto de ahora. En Rondeau y Líbano, sobre la vereda de allá, era una casa que tenía todas las piezas, era una casa quinta, y tenía una casa en planta baja y piezas arriba, nosotros alquilábamos arriba. 

El padre de Gino Fogliazza
Mi padre también trabajaba en el ferrocarril, hasta el 55 me parece murió, sí. Trabajaba en aquí en Talleres Bahía Blanca Noroeste, en playa con los vagones, en la colocación de cañerías de frenos bajos en los vagones.

Cuando vino de Italia, vivían en una fonda acá, que había a mitad de cuadra que ellos,  cuando escribían a Italia, decían que estaban en un hotel, era una casa de morondanga ahí, de barro,  todavía, encima, y de ahí, se iban caminando a White, para ver si había carga, pique, para cargar o descargar los buques, a veces iban, no había nada, se tenían que venir y para no gastar plata, iban de a pie.


Después entro a trabajar donde estaba el mercado Victoria, ... entonces un criollo ahí le dijo vení, yo te voy a  hacer entrar. En ese entonces estaban las chatas altas todos los fardos de lana arriba apilados y, claro, el primer día no entró entonces el otro dijo mirá gringo, le decía, yo te voy a enseñar una picardía cuando el hombre está ahí que pide, el capataz, por ahí te dice “¿nadie tiene un fósforo?” Entonces dentro de la caja de fósforos hay que ponerle un peso, entonces vos le das la caja de fósforos, el se da vuelta, saca la plata, te devuelve la caja y después, como dos o tres que hace entrar te manda a vos, adentro, te llama. Bueno en ese entonces serían tres pesos por día lo que cobraban, un peso había que dárselo al tipo que te hacía entrar, si no, no había pique. Los criollos, como tomaban bronca,  - porque los criollos para trabajar no aguantaban nada-, entonces a los gringos, casi todos eran italianos, o españoles algunos, les tiraban el fardo de lana con la pierna, fardo de lana de 200 kilos,  así, doblado en cuatro, así,y de cualquier forma te lo tiraban. Después entró al Molino de Godio, y ahí, estando en el molino de Godio pudo entrar de peón en el ferrocarril, y ya eso sería por el año 30.

El viejo, el primer rancho que se hizo fue con las maderas de pinotea, un poquitito mas acá sobre Malvinas. Bajaban del puerto los bultos grandes, las cajas donde venían los tractores John Deere, las cosechadoras, los camiones Internacionales, entonces todo eso se desarmaba, y le daban la madera. Se hizo la casa con esa madera, acá, en Don Bosco al 300, todavía está, detrás del todo un galpón hecho de esa madera, después la hizo delante de material.


Después, para trabajar y ayudar a la casa, se hacían los pozos que se perforaban con el caño y la mecha barreteado, se golpeaba, se giraba, se pasaba, se mandaba agua con mechas agujereadas para poder bajarlo mas rápido, y eso era, ese pozo se cobraba 30 pesos, y había que estar, si iba bien, en día y medio dos lo hacías, si no tenías una semana, si encontrabas piedra, tenes que sacar el caño, poner otra mecha y hacer  un agujero al costado.

Porque cuando recién vino el agua acá, había una canilla en la plaza, después cuando hicimos la casa pusimos toda la instalación de agua, todo, pero después escaseó el agua, íbamos a la canilla de la plaza. Y con mi viejo para llenar el tanque arriba nos juntábamos los dos, él venía y yo arriba, él me alcanzaba los baldes y llenábamos el tanque y teníamos para el baño y esas cosas.

Formación y trabajo en el ferrocarril

Yo el colegio primario, fui al Don Bosco, y en el secundario hice primer año, después, como no me gustaba inglés, dejé, y empecé en la escuela de Artes y Oficios que estaba en la calle  Parchappe, en aquellos tiempos era la Escuela de Artes y Oficios, la escuela industrial, de ahí estuvimos, entramos en el 38 hasta ... yo me recibí ahí de perito mecánico en el 42. Fui a Buenos Aires, estuve trabajando allá en una compañía que se dedicaba a hacer los instrumentos de radiocomunicación de los aviones, trabajaba en aluminio, para doblar las chapas, hacer los paneles las cajas, todo. 


Después, un día me llama mi viejo, me dice que me llamaron  del FFCC, debe haber sido en el 44, 45, pero era para foguista, maquinista; nooo...  eso de estar todo el día caminando de un lado para otro, y los horarios y la mar en coche, le dije que no Entonces como al año me dice mi viejo, mira van a tomar pruebas de tornero, siete van a rendir, van a tener que entrar tres nada mas, bueno, entonces me vengo, hacemos el exámen.

Si, en el Noroeste, yo veía que si no tenias un título no  podías avanzar, entonces la Escuela Industrial en el año 51 puso la carrera de técnico, pero era diurna, pocos se anotaron. Entonces en el 52 pasaron nocturna, entonces nosotros nos vamos a anotar junto con dos o tres muchachos compañeros míos que habíamos estado trabajando juntos en el ferrocarril.  


nos recibimos en el 55 de técnico, y entonces después a esperar, yo me ubiqué en el año 65 como  técnico, pero lo que tenía yo era un jefe que dijo mirá, si querés progresar no hay que echarse atrás bajo ningún punto de vista  en cualquier tipo de problema,, entonces fui tornero, fui fresador,  fui rectificador y ya en el 65 yo pase a Spurr.

Maestro en la Piedad


Salía del Taller Noroeste a las 2 y entraba en La Piedad, de maestro.

En el 46 se montó la lanera San Blas, entonces con los muchachos del colegio, de primero y segundo año hacíamos todas las partes piezas chicas que iban de ajuste de movimiento para los telares.

El taller de fundición se armó cuando vino acá en Bahía Blanca vino la Panedile que hizo el derivador del canal de Maldonado. Vino de Italia  el ingeniero de la Panedile que había estudiado en el colegio salesiano de Turín y me dice: cómo, no tienen fundición ustedes, porque allá nosotros? Ustedes allá, si, pero acá viejo, no, bueno, quiero que pongan la fundición, mira que hay que comprar elementos entonces en ese ínterin estaba Plane, que andaba no mal, quería desligarse porque era muy viejo, entonces le compramos el Horno, la cajas de moldeo, los noyos, los moldes, todo, todo, y se empezó a trabajar, asi que lo pusimos aquí sobre la calle Roca, contrataron a uno que era Mario Curbe, el otro era el viejo Cruz, y el hijo de este hombre, eran fundidores que trabajaban en otro lado, los habían dejado cesantes, había cerrado la fundición entonces los trajimos aca.

Aquí trabajamos bien porque estábamos fabricando todos los repuestos de La Agrícola, una compañía de venta de repuestos para cosechadoras, después vino una compañía, una tal Zameral, que trabajaba con los tractores y cosechadores Kosch que se había venido de Buenos Aires, con este hicimos muy buenos tratos porque en principio nos pagaba, nos compraba las herramientas, las maquinas a cambio de trabajo, y después el ultimo, la Lanera San Blas, entonces con esos tres, pero cuando trabajaba el colegio y no teníamos subvención del gobierno ni nada, venían 13 personas de administración o dueños del colegio, estaba el director, el consejero, el administrador, el catequista, tres asistentes, mas tres oficiales que comían en el colegio 140 pupilos, con desayuno, almuerzo, merienda y cena.


 
 

(1) en aquel entonces, no te voy a decir que eran 14 habitaciones pero eran bastantes, entonces eran las 14 provincias; en la calle Catamarca había otro conglomerado que le decían las 10 gobernaciones, y en el medio  por acá, había un  criollo que le decían el viejo Manolo, le decían el distrito federal, estaba el rancho de adobe, un eucalipto. En aquel entonces la Argentina eran 14 provincias, 10 gobernaciones y distrito federal.

sábado, 13 de julio de 2013

Lucio Bindotti

Lucio Bindotti, 14-3-2007

Conocí a Lucio Bindotti en el geriátrico donde estaba internado, junto con mi padre. Estaba siempre atento a todos, y sonriente. Apenas le dije que me interesaba su historia me la contó. En esos años recién empezaba a utilizar un grabador mp3, se ve que no hice bien las cosas, y las dos conversaciones extensas sobre su vida se me perdieron. Todavía lo lamento profundamente. 

Me interesé por su historia, en primer lugar, porque después de su llegada a la Argentina en 1947, trabajó durante 24 años en los ferrocarriles acá en Bahía Blanca, en Talleres Maldonado, entre 1955 y 1979. "Vine con los gastos de viaje pagos, porque m contrtron como operario diesel especializado, en Ezeiza, debido a mis conocimientos adquiridos en la marina. Aquí me abrieron todas las puertas" Me habló con gran entusiasmo de su experiencia en Ezeiza y sbre todo, de las locomotoras diesel-electricas y del cambio que significó la incorporación de esas máquinas en esos años: "del martillo y cortafierro que se usaba en la máquina de vapor, al micrómetro que se usa en la diesel".

En segundo lugar no pude dejar de preguntarle más y más cuando me contó que estuvo varios años en la guerra.(1) Como él había trabajado en los astillero de La Spezia desde los 14 años, a los 20 (o sea en 1941) lo mandan como parte de la tripulación del destructor Strale que formaba parte de la flota que custodiaba los cargueros que llevaban provisiones a Trípoli (la capital de Libia, en ese momento en manos de los italianos). La nave es torpedeada el 20 de junio de 1942, y Lucio es rescatado junto a otros cuarenta marineros.
Lucio es enviado a la ciudad de Pola (donde había una importante base naval y un astillero, base estratégica para la marina fascista) primero, y luego a Bordeaux, en Francia donde estuvo once meses en la base militar que funcionaba en ese puerto y que fue una de las mas importantes del tercer Reich. (2) Cuando se firma el armisticio y cae Mussolini, solo un grupo de marinos italianos acepta seguir bajo las órdenes de los nazis; a los demás -y acá desearíamos poder preguntar nuevamente por mas detalles- los alemanes -que ahora consideran a los italianos como sus enemigos- los envían al campo de concentración 12A, en Alemania, cerca de Colonia (Probablemente el campo de trabajo de Breitenau) donde permanecen entre septiembre de 1943 y septiembre de 1945. (También puede ser que los hayan llevado a uno de los campos de entrenamiento para que formen parten de la Divisione di Fanteria di Marina San Marco, ya que unos 1800 "voluntarios" italianos fueron incorporados a esa arma provenientes de Bordeaux, y tal vez con esa fuerza haya vuelto a Italia)

Pero el momento que recuerdo com más placer es, cuando le pregunto si le gusta la música, si recuerda alguna canción, que se pone a cantar, suavemente, y cantamos juntos.

Lucio Bindotti nació en Romito Magra, La Spezia, 15 de julio de 1921 y falleció en Bahía Blanca en 2009.

 
(1) completo esta parte con datos tomados del artículo de Rubén Benítez, publicado en el diario La Nueva Provincia,  15 y 22 de julio de 2007.

(2) Nel giugno 1940, quando il governo francese si appresta a firmare l'armistizio, il console del Portogallo a Bordeaux, Aristides de Sousa Mendes rilascia quasi 30.000 visti a rifugiati che fuggono davanti all'avanzata dell'esercito tedesco. La città è in seguito occupata dai Nazisti con la zelante collaborazione del prefetto Papon. Il Porto di Bordeaux acquisisce durante la guerra un ruolo nuovo ed importante nell'economia di guerra del Reich. Una base sottomarina in calcestruzzo viene costruita e dei cargo forzano il blocco britannico per approvvigionare la Germania di materie prime (gomma naturale particolarmente) provenienti dall'Estremo-Oriente. Il sindaco di Bordeaux, Adrien Marquet, s'impegna nella collaborazione ai fianchi di Marcel Déat con il quale aveva fondato prima della guerra il partito dei Neo-Socialisti, vicini alle idee fasciste.

sábado, 1 de junio de 2013

Bacanica



En su oficina en Puerto Galván, un secretario del Ferrrocarril Buenos Aires al Pacífico escribe los datos de un peón de cabrestante que acaba de ingresar y anota: Septimo Pasqua, nacido en 1872, Bacanica, Italia.

¿Qué lugar es ese? Nosotros sabemos ahora que se trata de Pagánica, ciudad del Abruzzo.

¿Por qué el amanuense escribió así ese nombre? Probablemente porque escribió lo que escuchó, en castellano. Porque no podía (o no quería, sentía que no tenía por qué hacerlo) reconocer el modo en que la "g" se pronuncia en italiano o en sus variantes dialectales: la fuerza con la que el señor Pasqua cerró el velo de su paladar al pronunciar (en italiano) la "g", convenció al secretario que se trataba de una "c"; y algo similar sucedió con la "P" inicial, una bilabial tan débil a sus oídos que solo podía ser reconocida como una "B".

Había miles de trabajadores italianos en el ferrocarril y en el puerto. Y sin embargo, ¿Por qué esa persona que ejercía un poder, el de escribir, el de registrar, no podía, no quería o sentía que no tenía por qué saber italiano ?

Es que el amanuense ha ido a la escuela, naturalmente a la escuela argentina, y por lo tanto escribe "correctamente", con una bella caligrafía, en castellano -el "idioma nacional"-, no importa cuál haya sido su propio origen o el de su familia. Durante esas primeras décadas del siglo XX la escuela argentina imponía -gracias a una política articulada con gran precisión, la de la José María Ramos Mejía y su "educación patriótica" - no solamente el conocimiento de la gramática y la sintaxis, del vocabulario y la expresión, sino también la normalización de la pronunciación, y por consiguiente, la valoración de un cierto modo de hablar en detrimento de otros: en detrimento, justamente de las marcas que las lenguas de los inmigrantes podían llegar a dejar en la lengua local: del español castizo, de cualquiera de las variedades dialectales italianas, y cualquier otra, en realidad.

Los nombres -y en buena medida, también los apellidos- se castellanizan: Giovanni, Giulio, Giuseppe, Settimo, se transforman en Juan, Julio, José y Séptimo. No solamente tendrán que hacer el esfuerzo de aprender su nuevo nombre, sino además el de aprender a pronunciar una letra que no forma parte del sistema fonológico de la propia lengua, la "jota". Pero "hacerse la América", "progresar" en este lugar, por aquellos años, sólo era posible de ese modo: a quien hablaba y escribía bien el castellano se le abrían las puertas para acceder a puestos de trabajo mucho mejor remunerados, y así, las de una sociedad que había hecho propio ese sutil criterio de discriminación. Por eso nadie se cuestionó hacer lo que sea para aprender el castellano lo más rápido posible, para borrar la entonación y los rasgos "marcados" en la articulación de las palabras.

Otro es el caso del inglés y el francés que eran valorados no como lenguas inmigratorias, sino como lenguas de cultura y de prestigio.

Y quiénes eran esos que tenían el poder de abrir las puertas de los mejores puestos de trabajo, las del ascenso social? ¿Con quién se encontraban los inmigrantes al llegar? Los criollos, dicen algunos. Sí, por supuesto. Pero, ¿de dónde salieron esos criollos? ¿Eran "nativos"? Había un porcentaje de población indígena en la ciudad pero con toda seguridad podemos afirmar que no eran ellos justamente quienes tenían ese poder. La mayor parte de esos "criollos", eran hijos de inmigrantes (ya sea de otras ciudades del país, o de extranjeros) ya escolarizados, ya asimilados, y por lo tanto, "argentinos".

El esfuerzo del Estado estaba enfocado en esto: en 1916 hay en Bahía Blanca 66 escuelas (públicas y privadas) dependientes del Consejo Escolar Provincial, con una matrícula de 10.955 alumnos y 273 maestros. En 1927, había 68 escuelas, 468 maestros y 13.169 alumnos que recibían educación primaria. Las maestras enseñaban y corregían, y felicitaban calurosamente a los niños que más y mejor aprendían, desaprobaban los "errores" producidos por la interferencia lingüística (tragarse las "s" finales o un grupo consonántico como "ct", decir "me se" en lugar de "se me cayó", o "voy del dotor" en vez de "voy a lo del doctor", ponerle artículo a los nombres propios...), actitud de reprobación y de subestimación incluso, que muchas veces era adoptada también por los otros niños... La presión por salir de esa situación de inferioridad propia del inmigrado (y especialmente de quienes conocían solo el propio dialecto) induce el deseo de aprender también en los adultos, y por eso muchos inmigrantes leen en castellano (pienso en la cantidad de diarios y periódicos que se publicaban y se vendían en Bahía Blanca a hasta mediados de siglo; pienso en una mujer como Rosa Segatta que lee lo que le caiga a la mano, a fines de los años 20; y en Julio Grosselli que mientras hace guardias en la usina eléctrica, a fines de los años 40 devora novelas de Corín Tellado).

Recién en estos últimos 25 años se inició el proceso inverso de valoración y estimación del estudio del italiano, lengua que la mayor parte de los descendientes de italianos  ha estudiado como una lengua extranjera (salvo -en algunos casos y con varias salvedades- los hijos de los que llegaron en los años 50). (1)

Del shock que tiene que haber provocado en los inmigrantes esta presión y este esfuerzo por aprender otro idioma, y asimilarse, es algo de lo que no se suele hablar, todavía.

Yo siento la necesidad -imperiosa- de conocer este proceso de configuración de la identidad de los inmigrantes italianos en este lugar del mundo, y la de sus hijos y nietos, para poder sobrevivir a la avalancha de eslogans basados en clishes quasi-publicitarios, y de fantásticas-fantasiosas versiones retrospectivas del pasado, que demuestran una determinada voluntad por inventar y consolidar una identidad y un sentido de pertenencia fuertes, pero, paradójicamente, a partir del desconocimiento de la historia. Proyectar hacia los argentinos descendientes de italianos un concepto general y abstracto de "italiani all'estero", sin tener en cuenta estas experiencias concretas, puede llegar a generar equívocos, desencuentros y perplejidades entre quienes desean -sin duda con las mejores intenciones-, actuar e influir en la realidad presente.

Indispensable para reflexionar sobre todo esto es el libro de Angela Di Tullio, Políticas lingüísticas e inmigración: el caso argentino, Eudeba, Bs As., 2011. (Hay muchos más, y seguiremos buscando; además, acá en Bahía en la universidad hay varias personas que estudian estos temas...  si alguien tiene otros títulos para recomendar, o trabajos propios para que podamos leer, bienvenidos).


(1) Puedo decir esto con conocimiento porque me desempeño, desde el año 1986, como profesora de italiano.


lunes, 8 de abril de 2013

¿Se puede usar la palabra "colectividad" para hablar de la inmigración italiana en Bahía Blanca?



Leo en un reciente trabajo sobre historia de Bahia Blanca  "tensiones entre colectividades y nativos a principios de siglo XX" en Bahía Blanca. Algo me hace ruido. En ese contexto, nativos no son "indígenas", pueblos originarios sino "criollos", los nacidos en la ciudad antes de que lleguen los inmigrantes.
Hay una cuestión, sin embargo que no se puede obviar: tal como  señala Angela Di Tullio, Políticas lingüísticas e inmigración: el caso argentino, Eudeba, 2011) el objetivo expreso del Estado argentino a partir de 1880 y en particular después de 1910 fue inhibir el mantenimiento de las lenguas inmigratorias, propiciando desde la mas tierna infancia de los niños inmigrantes y de los hijos de los inmigrantes la asimilación concreta a la cultura receptora: hablar castellano y sentirse argentinos.
Por cuestiones culturales de prestigio y sobre todo de ascenso social fueron muchas veces los propios padres inmigrantes quienes desalentaron en sus hijos el aprendizaje de la lengua extranjera. La lengua de obreros, peones, recién llegados resulta objeto de burla en la escuela no solo para gente de apellido español, sino también  para hijos argentinos de italianos llegados antes y que se pueden jactarse de un rápido aprendizaje de la lengua local (y todo lo que conlleva el idioma) De hecho con el italiano sabemos -por experiencia- que ya en la primera generación de descendientes prácticamente el italiano no se habla y apenas se comprende.
Ahora bien, ¿es legítimo utilizar el término colectividad para hacer referencia a la inmigración italiana? Yo no estoy tan segura, porque al menos en el uso especifico que se da al término en nuestro medio, la palabra colectividad alude a un conjunto a una comunidad que se distingue de otras por su identificación con una determinada lengua, determinadas costumbres, prácticas, y sobre todo un sentido de pertenencia.
Las asociaciones nutrieron sus comisiones directivas con italianos recién llegados a lo largo de los años. Pero indefectiblemente sus hijos se vuelven argentinos, y a fondo. Sin embargo, tengo la impresión de que -mediante un sutil deslizamiento - cuando se habla de los monumentos en realidad al decir "colectividad" a lo que se alude es a esas instituciones, y no a una comunidad compacta con una activa participación en esas organizaciones.
En los últimos veinte años en Bahía Blanca las asociaciones regionales han hecho un notable esfuerzo por reflotar ese sentimiento, la concesión de la doble ciudadanía a los descendientes de italianos y el voto a los descendientes de italianos en el exterior parece haber impulsado una "naturalización" en el uso del termino, como si esa identificación hubiera sido constante a lo largo de todo el siglo XX.

El caso de la colectividad judía es el contraejemplo en el que me baso para pensar esto, claramente estudiada -y partiendo justamente de esta definición de colectividad -  en ese mismo libro:


Si bien las asociaciones étnicas eran de composición
policlasista, éstas han sido identificadas con lo que se
ha denominado “cultura de clase media”. Diversos estudios
empíricos han corroborado que por más populares
que hayan sido sus mecanismos de reclutamiento de dirigentes
y adherentes, raramente integraba los elementos
más marginales de su propio origen, ya sea por el
desinterés o la incapacidad de éstos últimos para solventar
las elementales cuotas sociales, además de los
requisitos estatutarios de demostrar estabilidad laboral
mediante el ejercicio de una ocupación “honesta” (Luigi
y Bernasconi, 1993: 235).